Se trataba de la Xerox 914, una auténtica revolución para la época, a pesar de que fallaba más que una escopeta de feria. Fue fruto de mucha investigación y duro trabajo, sobre todo de su inventor, Chester Carlson, quien 22 años atrás, en plena Gran Depresión, se puso manos a la obra para dar con alguna fórmula que permitiera hacer copias de documentos de una manera simple y rápida.
Pues dicho y hecho. Comenzó a experimentar con cargas electrostáticas y materiales fotoconductores hasta que en 1938, a la edad de 32 años, Carlson logró crear la primera imagen xerográfica en su laboratorio; había nacido la xerografía, el proceso que se convirtió en estándar para la reproducción o copiado de documentos e imágenes que a día de hoy se sigue utilizando en las fotocopiadoras e impresoras láser.
Tras inventar la xerografía Carlson necesitaba que alguna empresa apostara por su nueva tecnología para poder seguir desarrollándola. Se ofreció a decenas de empresas, como por ejemplo IBM o Kodak, pero ninguno de los grandes quiso apadrinarle. A mediados de la década de 1950 una pequeña empresa de Nueva York, Haloid (Xerox Corporation a día de hoy), apostó por el descubrimiento y finalmente, tras un proceso de años de trabajo que casi les lleva a la quiebra, en 1959 presentaron el primer prototipo medianamente fiable de fotocopiadora xerográfica: la Xerox 914.
A partir de 1960, cuando la Xerox 914 fue comercializada, se produjo “la revolución de las fotocopiadoras”, todas las empresas medianamente grandes querían una y Carlson y su empresa empezaron a ganar mucho, pero mucho dinero. Para que os hagáis una idea del éxito la prestigiosa revista Fortune dijo de la Xerox 914 que era “el producto más exitoso de todos los tiempos comercializado en los Estados Unidos de América”.
Después de mucho “vino y rosas” el tiempo fue pasando y a medida que transcurría Xerox se vio obligada a seguir evolucionando para no morir. Y hasta hoy han conseguido llegar vivos, momento en el que el papel tiene cada vez menos peso ya que lo digital lo inunda todo cada vez más. La empresa lo sabe perfectamente y por eso, una vez más, se están reinventando para adaptarse a los cánones marcados por la evolución industrial impulsada por los avances tecnológicos. Un ejemplo: Xerox ha desarrollado una tinta electrónica con la que se pueden imprimir circuitos electrónicos sobre papel, plástico o tela.
Estamos ante un caso que nos sirve de ejemplo para sostener el siguiente argumento que tanto se escucha hoy por hoy debido al enroque que la actual industria del copyright se empeña en mantener: todas las actividades económicas han tenido que reinventarse en algún momento para adaptarse a los nuevos tiempos y no perecer, y en muchos casos ni siquiera eso les ha servido para sobrevivir.
¿Os imagináis a Xerox pidiéndole al gobierno estadounidense, cuando su actividad económica empezó a flaquear, que la blindara legalmente para que el avance no terminara con ella? Pues justamente eso es lo que están haciendo hoy los capos del copyright, entre otras muchas barrabasadas más, para proteger sus obsoletos modelos.
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