¿Cómo fiarnos de lo que vemos y defendernos de fotos engañosas? Entrenar nuestro ojo visitando páginas como Worth1000 ayuda, pero se trata de un aprendizaje lento y difícil de explicar. Tener acceso a la imagen en formato digital, por el contrario, abre la puerta a técnicas de búsqueda y análisis.
En este artículo te presentamos programas y técnicas para saber si lo que ves es real o un bulo. Ningún sistema es infalible, y puede que alguna foto se escape, pero es difícil que una imagen falsa resista el ataque combinado de estos métodos.
1. Buscar imágenes similares
El primer paso es casi de sentido común: hay que saber de dónde viene la imagen. Una foto célebre se duplicará en cuestión de horas en centenares de foros, blogs y portales de noticias. En estos casos, saber de dónde proviene el original es difícil, pero hay herramientas para descubrirlo.
Una de las más poderosas es TinEye, un buscador de imágenes. Sólo debes introducir la URL de la foto o subir una copia de la misma en formato JPG para que TinEye busque imágenes similares en pocos segundos. El tamaño es un valioso criterio de ordenación: manteniendo la misma calidad, una copia no puede ser más grande que el original.
Hay más buscadores de imágenes basados en su contenido (CBIR), como Bing Imágenes o Gazopa. Este último busca incluso en los fotogramas de vídeos colgados en la red, portales de noticias, mensajes de Twitter y -más importante aún- en la inmensa colección de Flickr.
¿Te gustaría hallar el lugar donde se tomó la foto? Páginas como Panoramio, Google Street View o Flickr son de mucha ayuda a la hora de verificar el aspecto de muchos lugares. Eso sí, necesitarás tener datos o una hipótesis previa sobre cuál podría ser el lugar de los hechos.
2. A ver esos metadatos
La mayoría de ficheros de imagen contienen metadatos, los cuales no son otra cosa que el texto que las cámaras digitales o los programas de retoque graban en las fotografías. Para acceder a esta información necesitas un lector de metadatos EXIF.
Los campos que ves en la captura, como Software o la fecha de modificación, muestran que la imagen no es la original de la cámara, sino una copia guardada en un editor de imágenes. Esto no significa necesariamente que la foto haya sido retocada; quizá el autor sólo quiso convertirla de un formato a otro o recortarla.
El mayor inconveniente de los metadatos EXIF es que son manipulables. En el peor de los casos, un medio malintencionado podría editar los metadatos hasta dar con un perfil fotográfico verosímil.
3. Análisis con JPEGSnoop
Los cuerpos de policía científica de todo el mundo disponen de herramientas especiales para el análisis de cualquier tipo de documento, fotografías incluidas. Como es obvio, este tipo de software no sólo es costoso, sino que su uso está restringido. Por suerte, hay programas gratuitos que analizan la foto a fondo para extraer un veredicto. El más famoso es JPEGSnoop.
JPEGSnoop no sólo lee los metadatos del fichero, sino que también extrae datos acerca de los niveles de compresión, una especie de “huella dactilar” que permite reconocer el programa con el cual se editó la fotografía. Una vez arrastres y sueltes el fichero en la ventana de JPEGSnoop, éste lo procesará de inmediato.
Obtendrás un largo informe de texto; lo que más interesa, el veredicto acerca de la genuinidad de la imagen, está al final. Para simplificar la interpretación de los resultados, JPEGSnoop divide las imágenes en cuatro clases:
• Clase 1 - La imagen ha sido procesada / editada
• Clase 2 - Alta probabilidad de procesamiento / edición
• Clase 3 - Alta probabilidad de ser la imagen original
• Clase 4 - No está claro si ha sido procesada o es original
Ojo: este dato sólo indica si estamos ante el original recién sacado de la cámara o una versión guardada a posteriori. A pesar de ponernos sobre la pista de una posible manipulación, el resultado de JPEGSnoop no es prueba suficiente para confirmar si una imagen ha sido retocada o no. Falta el criterio más subjetivo, el de la inspección visual.
4. El ojo clínico
¿Para qué tantos programas si los retoques se reconocen a simple vista? Porque, a menudo, no somos capaces de descubrir imágenes falsas, especialmente si no sabemos qué buscar, no conocemos las técnicas de retoque o nos fiamos en exceso de nuestras fuentes de información.
El grupo de investigación de Hany Farid, de la Universidad de Dartmouth, ha reunido una impresionante colección de imágenes retocadas (los originales están a la derecha). Sirven muy bien para presentar cuatro sencillas pautas de reconocimiento:
• Inconsistencias en la iluminación: una zona más brillante no siempre es verosímil.
• Patrones repetidos (clonado): la falta de variedad es una señal clara de manipulación.
• Anomalías anatómicas: fallos en las proporciones o el tono de piel se ven en seguida.
• Excesiva suavidad o limpieza de un área: ¡la realidad tiene texturas!
Verificar los hechos representados también es útil: a partir de la hora, día y lugar declarados es posible conocer la dirección de la luz solar, los eventos oficiales cercanos, flora y fauna local, condiciones climatológicas y un largo etcétera.
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